20 May El Espejo
Es de agradecer el poder dedicarnos a lo que nos gusta. La danza nos ofrece la maravillosa oportunidad de mostrarnos ante el mundo, desnudos con nuestra verdad. Esto es un acto de valentía que requiere mucho amor hacia uno mismo.
Hoy la vida me ha regalado nuevamente la oportunidad de bailar para otros, de exponerme y mostrarme, pero es en ello donde descubro que realmente tal exposición, es un camino hacia dentro, a través de uno mismo, ahondando poco a poco en lo que realmente somos.
Quizás en este rebuscar a veces apuntemos con el dedo aquello que no nos gusta de los otros, juzgando sus actos. Cuando señalamos a quien tenemos enfrente, tres de nuestros dedos apuntan a su vez hacia nosotros. Quizás estaría bien preguntarse si lo que juzgo en ti también está en mí. Mirarse a uno mismo con amabilidad es un recurso eficaz para la crítica.
De la misma manera, todo lo que aprecio y valoro en los otros también está en mí. Reconocerlo en nosotros significa poder mirar a los demás desde la admiración de su valía y no solo desde lo que yo creo que no tengo. Desde esta perspectiva comprendemos que todos somos únicos, auténticos y valiosos, pudiendo transformar con ello la competencia en cooperación. Juntos, sumamos.